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Nunca me he identificado con la etiqueta de “guerrera” que tanto usa la gente en estas circunstancias. Es más, la palabra no me gusta. Claro que mi proceso ha sido una pelea constante, pero nunca ha sido una guerra y yo no soy ningún soldado.
Al contrario de esta idea, mi experiencia con el cáncer ha sido de aceptar más que de luchar. De dejar ir más que de aferrarme. De hacer la paz y no la guerra.
Aceptar el diagnóstico, el tratamiento y los cambios que provoca. Aceptar que la palabra “cáncer” se convirtió en parte de mi vida, pero no define lo que soy ni lo que valgo.
Yo no quería que esto me pasara, no lo busque ni me lo merecía, pero pelearme con esos pensamientos no iba a cambiar mi nueva realidad así que me enfoqué en convertir esta experiencia en una oportunidad.
Acepté que en un segundo mi vida había cambiado y que el tiempo se dividió en un antes y un después. Acepté mis miedos y entendí que probablemente no se van a ir nunca. Acepté mis días malos y me convencí de que estos no duran para siempre. Acepte que los efectos secundarios del tratamiento son parte del proceso y hago lo que me toca para poder minimizarlos.
En este tiempo he aprendido a soltar todo eso que no puedo controlar. Deje ir ideas y expectativas de como tengo que comportarme. Solté esa idea que tenía de no quejarme y aprendí a decir como me siento en realidad y a pedir ayuda. Solté personas, me alejé de situaciones que no me hacían bien y aprendí a poner límites.
En este proceso yo no he estado en guerra, he estado en paz. Hice la paz con mi cuerpo que por mucho tiempo maltraté para que cumpliera con los estereotipos inalcanzables de belleza. Hice la paz con mis emociones y estoy aprendiendo a vivirlas todas, incluidas esas incómodas que no nos gustan y siempre intentamos evadir (tristeza, enojo, frustración).
El cáncer y la vida después del cáncer son una práctica constante de paciencia, aceptación y surrender a los cambios, el cansancio, el dolor físico y el desgaste emocional.
Hoy estoy convencida de que se requiere más valor y más fuerza para soltar prejuicios y aceptar tu realidad que lo que se necesita para luchar en contra de ella.
I’ve never identified myself with the term “cancer warrior” that people love to use in these situations. In fact, I don’t even like it. Of course, my experience has been a fight but it ain’t a war and I am not a warrior.
Unlike that idea my experience with cancer has been one of acceptance more than fighting. One of letting-go more than holding-into. One of making peace and not war.
Accepting my diagnosis, the treatment and the changes it provokes. Accepting that the word “cancer” was now part of my life, but it doesn’t define who I am or what I am worth.
I never wanted this to happen, I didn’t provoke it and certainly I didn’t deserve it but fighting these thoughts was not going to make it go away, so I decided to turn this experience into an opportunity.
I accepted the fact that my life changed forever, and that time was now divided into before and after cancer. I accepted my fears and understood they will not away. I accepted that there would be bad days but that they won’t last forever. I accepted that side effects are part of the process and I do what I can to minimize them.
During this time, I’ve learned to let go everything I can’t control. I let go ideas and expectations of how I should behave. I let go my “not-complaining” attitude and I learned the importance of saying how I really feel and ask for help if I need to. I let go people and stepped away of uncomfortable situations. I learned how to set boundaries.
I haven’t been at war; I’ve been in peace. I made peace with my body that I treated harshly for not falling within the crazy beauty standards. I made peace with my emotions, and I am learning how to deal with them, including the uncomfortable ones (fear, sadness, anger).
Cancer and life after cancer are a daily practice of patience, acceptance and surrender to change, pain and emotional distress.
Today I am convinced that it requires more strength and courage to let go judgements and accept your reality than what it takes to fight against it.
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